martes, 25 de mayo de 2010

"Toqué dos veces la puerta del cielo y me mandaron de vuelta"

Micheli, recuperado, pelea por la CTA

De vuelta. Tres meses en terapia intensiva le costó la enfermedad. Luego de sobrevivir a una enfermedad autoinmune que casi lo aniquila, Pablo Micheli, líder de ATE Nacional, volvió de la muerte para contarlo. Venció al extraño Síndrome de Wegener, que le costó al sindicalista dos sangrados de pulmón y lo condenó a terapia intensiva durante tres meses. Casi recuperado, con sólo algunos síntomas de debilidad física, decidió darle pelea a Hugo Yasky por el liderazgo de la CTA, que se definirá el 23 de septiembre.

—¿Qué cambió en su vida después de estar al borde de la muerte?

—Toqué dos veces las puertas del cielo y me mandaron de vuelta. Me encontré con Germán Abdala, con Leopoldo González –fallecido líder de ATE Capital– y con varios compañeros queridos que me mandaron de vuelta. Fue un milagro estar vivo y agradezco profundamente la buena onda de todos. Yo escuchaba a mi mujer rezar al lado mío, cuando estaba en coma. Entendí que a veces buscamos los problemas fuera de nosotros y los problemas en general están en nosotros. Al punto de que a veces nos terminamos matando. Eso fue lo que me pasó: una enfermedad autoinmune, por dentro me mataba yo mismo.

—¿Y cómo impactó esto en su vida política y sindical?

—Por haber estado al borde de la muerte dos veces, la verdad, ahora no tengo ganas de callarme nada. Ahora no tengo ganas de ser hipócrita. Hay que vivir la vida con mucha pasión, pero valorando mucho los afectos. No hay que ceder, pero hay que hacer las cosas con calma. Hay que decir lo que uno piensa. Todo lo que queda guardado adentro termina haciéndote mal.

—¿Quiere ser el próximo líder de la CTA?

—En principio, bregamos todos por la unidad para no llegar a una elección interna. Puede ser que sea candidato, eso lo va a decidir el plenario nacional de la Agrupación Abdala. Tenemos diferencias importantes con el sector de Yasky: la caracterización del Gobierno, y el tipo de central obrera que queremos. Ellos creen en la constitución de un partido político y tiene más simpatía por el modelo de la CGT. Y estas diferencias nos pueden llevar a la confrontación. En 2006, acordamos con Yasky que este año yo asumiría como secretario general. Pero no juzgo eso hoy. Pasaron cuatro años. Igual me cae mal ver las paredes pintadas “Yasky conducción”. No es nuestro estilo poner a un persona encima de todo, y mucho menos si no lo proclamó nadie.

—¿Por qué cree que Yasky debería dejar su lugar?

—Creo que cumplió un ciclo. Necesitamos otra conducción que piense la central a diez años, con 3 o 4 millones de afiliados. Otra generación. Esa central tiene que ratificar la autonomía de los partidos políticos, de los Estados, de los gobiernos y de los patrones. Particularmente de los gobiernos, porque no se puede ser secretario general de la central de los trabajadores y después participar de actos oficiales. No podemos compartir tribuna con el Gobierno, que nos niega la libertad del modelo sindical.

Por Emilia Delfino, Diario Perfil

No hay comentarios: