jueves, 7 de abril de 2011

Entrevista a Isabel Rauber. Hacerse cargo del tiempo histórico

Isabel Rauber es doctora en Filosofía, directora de la publicación Pasado y Presente XXI, investigadora del Centro de Estudios sobre América y profesora adjunta de la Universidad de La Habana. Ha realizado estudios de sociología política, análisis de coyuntura, memoria histórica, ensayos filosóficos y estudios antropológicos de movimientos sociales, barriales, sindicales, indígenas y de género.

Ha publicado artículos, reseñas y más de 18 libros en distintos países de América Latina y Europa. La editorial de nuestra central incluye en su catálogo a tres de ellos: “Sujetos Políticos. Rumbos estratégicos y tareas actuales de los movimientos sociales y políticos en América Latina”, “América Latina. Movimientos sociales y representación política. Articulaciones” y “Tiempos de Herejías. Nuevas Construcciones, debates y búsqueda de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA)”.

Pero por sobretodo, es una querida y cercana compañera de la CTA. Desde ese lugar, y aprovechando sus claridades conceptuales, la paseamos por el último Foro Social Mundial, los levantamientos en África, la construcción del sujeto político mundial y los pasos a seguir de todos aquellos que creen que “Otro mundo es posible” sin quedarse de brazos cruzados. Aquí una humilde síntesis de tanto conocimiento acumulado.

¿Qué se discutió recientemente en el Foro Social Mundial?

El Foro es como un festival de la esperanza, de encuentro y renacer de organizaciones y movimientos sociales de todo el mundo. Es verse las caras, escucharse, conocer experiencias, avances, dificultades, errores. Es intercambiar y enriquecerse y es también avanzar en la discusión. Es una verdadera escuela de formación política En esta ocasión se cumplieron 10 años del Foro Mundial desde aquella primera reunión en Porto Alegre en Enero de 2001 y está marcando una década de cambios profundos a nivel de movimientos sociales en Latinoamérica y ahora también en África. Esté décimo Foro estuvo enmarcado por la emergencia del protagonismo de los movimientos sociales del norte africano y por la rebeldía insurreccional del pueblo egipcio y la caída de Mubarak tras 18 días de movilizaciones. Allí pudimos ver la reacción ante el cansancio, el hartazgo de los pueblos árabes de la región y su voluntad de decir basta.

¿Son rebeliones cibernéticas, originadas en las Redes Sociales?

En primer lugar yo no las llamaría Redes Sociales sino Ciber redes o, en todo caso, Redes Sociales Cibernéticas. Las Redes sociales verdaderas siguen siendo los movimientos sociales en primer lugar, las organizaciones de base y también las organizaciones políticas. La tecnología es una herramienta que te sirve para convocar pero para convocar a algo que ya existe y lo que existía eran las ganas de decir basta. Pero no fue el celular lo que provocó el levantamiento sino las organizaciones sociales. El Foro se dio en el marco de este auge e inspiró todas sus deliberaciones y conclusiones.

¿Cómo continúan esos procesos?

Con el tema de los levantamientos, así como sucedió en nuestro país y en Latinoamérica, la pregunta es que sigue después. Está demostrado que los pueblos con su resistencia y lucha son capaces de derrocar a los gobernantes que no quieren. El problema es cómo construir lo que se quiere y cómo construir las capacidades para dirigir y hacerse cargo de la historia. En los países árabes el desafío está precisamente en disputar simultáneamente con las propuestas y las resistencias, el tema del sentido y la continuidad de las luchas. Es decir, el tema programático y la conducción política. Conducción política que no quiere decir necesariamente conducción partidaria sino saber cuales son los destinos, hacia donde continúa y quienes lo van a dirigir. O sea, el protagonismo no del partido sino de los sujetos políticos. Esa precisamente es la cuestión clave que trata el Foro. Todo debe estar encadenado con la necesidad de cambiar el mundo, de ahí su slogan “Otro mundo es posible”, y vinculado con la política, la programática y los sujetos políticos. Por ahí pasan todos los debates.

¿En el Foro hay una dicotomía entre los movimientos sociales y los partidos políticos?

La mayor parte de las organizaciones que participan del Foro se reconocen como movimientos sociopolíticos pero no partidarios. Existe esa dicotomía por desinteligencia o por incomprensión. Los partidos políticos no comprenden la actividad no acotada que tienen los movimientos ni entienden la maduración de los actores sociales que se constituyen en movimientos en masivos donde la política se encadena con su actividad. Ya no se trata de dejar lo social para pasar a lo político sino que hay una magnitud de lo político en lo social. Los movimientos sociales, por su parte, justifican su rechazo porque no son reconocidos como interlocutores válidos ni quieren ser correa de transmisión de las decisiones de lo partidario.

¿Ahí aparece la discusión del sujeto político?

Exacto, el sujeto político es, en mi concepción, la construcción de un actor colectivo. Es avanzar en un actor colectivo que reúna la diversidad de movimientos, de actores, de individualidades, de organizaciones políticas, comunitarias, territoriales. Hay en la sociedad una diversidad de actores que pueden confluir, si lo desean, en la conformación de ese sujeto político que es a su vez sujeto social y sujeto histórico porque es el que protagoniza su propia historia. Por supuesto que la constitución de ese sujeto colectivo no es espontánea, no es que nos levantamos un día a la mañana y nos damos cuenta que somos un sujeto político. Para eso hace falta un trabajo político, organizativo y un trabajo de educación y pedagogía política. O sea, educación colectiva. Por eso es importante tomar con más fuerza que lo hecho hasta ahora el tema de la formación política.

¿Y cómo sería la formación política de ese nuevo sujeto?

La formación política es el debate de la conciencia, es la disputa de sentido frente a lo que existe. Es comenzar a pensar que no alcanza con la resistencia sino que debemos dar un paso más adelante. Ese paso más allá es avanzar entre todos en instancias de articulación, de coordinación para construir ese actor colectivo. El actor colectivo supone dos cosas. En primer lugar, hacerte cargo de tu tiempo histórico. Y en tu tiempo histórico la disputa política de la acumulación de poder trascurre en la participación electoral. Hacerte cargo de eso. Si querés estar de espalda a lo electoral en este tiempo, tu construcción política y tu acumulación se diluyen. No se traduce en poder efectivo para cambiar la realidad. Y si querés cambiar la realidad tenés que tener instancias de participación electoral. Lo segundo es entender que esto es un paso nada más. No es lo electoral lo que define sino el sujeto. Es esa participación colectiva. Lo electoral es un medio, el gobierno es una herramienta para la transformación pero lo determinante es el protagonismo popular. El “Gasolinazo” en Bolivia es, a mi juicio, un ejemplo de esto. El protagonismo popular le demostró al gobierno popular que estaba equivocado, aunque sea en el método, y volvió atrás con la medida. Esto demuestra que son muy grandes las tentaciones a que las estructuras partidarias y de gobierno reemplacen al sujeto político. O que la organización puede sustituir a la participación. Los pueblos maduros que avanzaron en su constitución de sujetos a través de sus articulaciones y sus organizaciones de base no van a obedecer si no tienen participación. Estos son los nuevos tiempos. Son modalidades de expresiones de la política que los partidos no terminan de entender. No alcanzan a ver el potencial político de las organizaciones sociales. Así no consultan o si consultan no hacen participar en la discusión y se profundiza el cortocircuito. Las organizaciones políticas piensan que pueden sustituir el protagonismo, decidir y resolver sin nosotros, sin construir actor político colectivo, sin construir conciencia, sin construir instancias plurales de organización colectiva.

¿Cómo se construyen esas instancias plurales?

Está claro que esas instancias de articulación colectivas no pueden ser uniorganizacionales ni monoactorales sino que tiene que dar cuenta de la pluralidad. Y hablar de pluralidad es hablar de flexibilidad, de comprensión, de interculturalidad, de espacio a la diferencias. No como quien les hace un rinconcito a los diferentes o declaman desde lo “diverso” para ocultar su sectarismo e intolerancia. Pluralidad es buscar la articulaciones diversas y saber convivir con los que no coinciden en los detalles pero si en la mirada estratégica. Eso es saber construir en la diferencia aunque no sepan declamar.

¿Qué se discute en el Foro Social Mundial?

El centro de los debates es ¿cómo hacer para lograr un avance de confluencias entre lo social y lo político? El tema de la acumulación, el tema del poder y el tema de que esta acumulación de poder se traduzca en poder propio para decidir hacia donde queremos ir, cual es nuestro destino es el tema eminentemente político de la transformación. Y esto requiere de convergencias, de lo programático, requiere de encuentros y de debates como se dieron en el último Foro: la ecología, la soberanía alimentaria, la identidad de los pueblos originarios en América Latina, la dispersión en el caso de los pueblos africanos, la problemática del mundo árabe, etc, etc. Un conjunto de sectorialidades, de miradas imprescindibles que conducen a un todo. El tema es cómo articulamos todo esto en una propuesta programática. Ahí estalla la discusión en el interior del Foro. Una discusión que atraviesa la década de vida del mismo. Hay quienes creen que el Foro ya debería tener una propuesta programática. Otros, como yo, creemos que eso demuestra una cierta impaciencia. El Foro, en síntesis, encierra dos miradas acerca de la constitución de los sujetos. Creer, por un lado, que lo programático nos ayudaría a dar el salto. O sea, si no avanzamos en la articulación de un sujeto porque no tenemos un programa que nos unifique. Es una tendencia, una mirada fuerte. La otra línea es que el Foro Social no cambie y que se mantenga como hasta ahora. Consideran que hacer del Foro un programa tipo la Primera Internacional va a terminar siendo excluyente. Yo, por ahora digo que hay que observar. Veo al Foro como una plataforma de avance, de disputa de sentido a nivel mundial con el capital, como un espacio de encuentros y pasos hacia la formación de un actor mundial para la construcción de una nueva civilización. Sí lo veo así, todavía está en pañales. Por ahora lo mejor es mantener este estatus abierto de reflexión y encuentro donde se fijen grandes puntos temáticos y que lo programático quede librado a cada región. Pero eso si, hay que avanzar en lo programático, hay que construir convergencia de la diversidad a nivel de país y regional.

Formación y unidad

“Se avanza en los acuerdos programáticos apostando firmemente a la formación política. Algo que en nuestro país y en la región tenemos un poco abandonado, secundarizado. La formación nos permite construir sujetos concientes. Si no construimos sujetos concientes y políticamente sólidos, no vamos a poder avanzar hacia lo programático, hacia el sujeto colectivo porque la falta de conciencia política te lleva a hundirte en la sectorialidad, a quedarte en lo reivindicativo. Es clave por eso construir conciencias y sujetos concientes que sean capaces en sus prácticas de constituirse a si mismos como actores colectivos. Capaces de avanzar en la construcción de la ofensiva, como lo define Samir Amir. Ser capaz de imponer la agenda propia a las dinámicas mundiales, capaz de imponer un poder global diferente al existente, al Capital. Con la finalidad de cambiar este mundo civilizatorio. El otro aspecto fundamental es la unidad. Entender que no hay una sola razón, ni una sola verdad. Porque si fuera así dejamos afuera al otro y su verdad. Esto produce desentendimientos y cada desentendimiento es un paso atrás en lo que buscamos construir. Entender esto es dejar atrás la costumbre de la descalificación. No vamos a avanzar en la construcción de esa unidad si sostenemos la metodología descalificatoria ante la opinión distinta. Para alcanzar esa unidad tal vez debamos construir hermandad, construir solidaridad y lazos de amistad. Hacer el ejercicio de reconocer en otro del pueblo a mi hermano aunque no piense exactamente como yo. Estamos en la misma senda, somos de la misma familia: el pueblo, el campo popular y nos queda mucho por hacer”.

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