domingo, 28 de marzo de 2010

Una posición histórica

Por Juan Carlos Giuliani, Secretario de Comunicación CTA Nacional.

Más allá de cualquier otra consideración, existe una verdad incontrastable. Desde siempre, los trabajadores han señalado con absoluta claridad que antes que honrar los compromisos con los acreedores externos o los tenedores de bonos locales, lo primero que hay que saldar es la fenomenal deuda interna que se mantiene con nuestro pueblo.

Esto es así desde el fondo de nuestra historia. Desde que en 1824 Bernardino Rivadavia –emblema del cipayismo autóctono- contrajera el empréstito con la Baring Brothers, la deuda externa es un cáncer que carcome las posibilidades de un desarrollo autónomo y sostenible en nuestro país y lesiona su soberanía nacional.

Esta posición se encuentra fundamentada en los documentos que se alumbraron luego de memorables debates que jalonan los grandes hitos del movimiento obrero argentino.

El Programa de Huerta Grande de 1962, por ejemplo, propone en su punto 5º “Desconocer los compromisos financieros del país, firmados a espaldas del pueblo”, y el Manifiesto del 1º de Mayo de 1968 de la CGT de los Argentinos sostiene: “Los compromisos financieros firmados a espaldas del pueblo no pueden ser reconocidos”. El primero de los 26 Puntos de la CGT Brasil elaborado en 1985 prioriza el no pago de los servicios de la deuda externa y en la Declaración del “Grito de Burzaco”, en 1991, acto bautismal del nuevo modelo sindical que luego derivaría en la CTA, se decía: “Vivimos las consecuencias de un plan económico que sólo prioriza el pago del endeudamiento externo”.

De más está decir que los nueve congresos nacionales extraordinarios celebrados hasta acá por la Central de Trabajadores de la Argentina, han sostenido con coherencia esa línea histórica aprobando por unanimidad el no pago de la deuda externa.

Algo similar ocurrió en Jujuy y Neuquén, en 2008 y 2009 respectivamente, en el marco del Primer y Segundo Encuentro Nacional hacia una Constituyente Social en la Argentina.

Como puede observarse, el debate no es nuevo y la posición sustentada por los trabajadores organizados tampoco es desconocida. Por lo tanto, la discusión pasa por saber si se va a modificar la matriz distributiva que provoca esta escandalosa desigualdad social. O, por el contrario, se va a continuar en calidad de rehenes del capitalismo financiero.

Buena parte de la deuda pública que se pretende abonar a como fuere lugar no está solamente en manos de acreedores externos sino también en poder de la banca con sede en nuestro país, que lo que no invierte en crédito para la mayoría de la población lo hace en pregonar la conveniencia de que se siga pagando la deuda en tiempo y en forma.

Mientras tanto, y guarecidas en la Ley de Entidades Financieras de Martínez de Hoz, que continúa vigente después de más de un cuarto de siglo de recuperación democrática, las entidades bancarias, que en 2001 y 2002 tuvieron que blindarse para ponerse a salvo de la justificada ira de los ahorristas, el año pasado han declarado utilidades que las convierten en uno de los sectores más rentables del capitalismo criollo.

El 30 de marzo de 1982, bajo el lema “Pan, paz y trabajo”, la CGT Brasil liderada por Saúl Ubaldini, convocó a una multitudinaria marcha antidictatorial a la Plaza de Mayo que fue duramente reprimida por la tiranía oligárquica cobrándose la vida del obrero Benedicto Ortiz en la ciudad de Mendoza.

En conmemoración de esa histórica jornada de resistencia del movimiento obrero al terrorismo de Estado, para eludir la trampa de las falsas opciones y reafirmar que no hay que pagar la deuda y mucho menos someterse al chantaje del ajuste que impulsa el conservadorismo neoliberal, un conjunto de organizaciones sindicales, sociales, culturales, políticas y de derechos humanos realizará el 30 de marzo de 2010, año del Bicentenario, una movilización hacia el Congreso de la Nación para exigir la investigación de la ilegal e ilegítima deuda externa. Esa fenomenal hipoteca que se sigue pagando a costa del sacrificio del pueblo argentino.

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