lunes, 29 de junio de 2009

La impunidad pasea por las calles



Por Carlos Valduvino : Sec. Gral CTA Río Cuarto
El fiscal Javier Di Santo emitió un dictámen donde señala que la causa donde se investigaba la desaparición y muerte del niño Víctor Alejandro Flores ya prescribió. La impunidad se paseó, una vez más, por las calles del “Imperio del Sur”.
Es lunes posterior a las elecciones legislativas nacionales. Hubo bronca social en Río Cuarto. De hecho, el intendente radical Juan Jure, quien dijo que se plebiscitaba su gestión tras un año de administración en la Municipalidad en estos comicios, perdió en el distrito a manos del PJ que salió cómodamente tercero en la provincia de Córdoba.
El tema de conversación vinculado con las elecciones no alcanza a tapar la noticia más brutal que bailotea en la rotación de los portales locales de Internet: una muerte queda impune, en Río Cuarto, ¿y van…?.
El fiscal Javier Di Santo les comunicó a los padres de “Ale” Flores que la causa donde investigaba su muerte y cuya hipótesis más fuerte es que habría sido atropellado por un móvil policial ha prescripto y que solicita el sobreseimiento de los principales sospechosos, los policías Mario Luis Gaumet y Gustavo Javier Flores.
Víctor Alejandro Flores despareció en Río Cuarto el 16 de marzo de 1991. Partes de sus restos aparecieron en un sitio baldío 17 años después, justo a no más de 500 metros de donde fue visto con vida por última vez y a no más de mil metros donde se asienta la sede de los principales sospechosos de su muerte: El Comando Radioeléctrico de la Policía de la Provincia de Córdoba, hoy el CAP (Comando de Acción Preventiva).
En el año 1995 habían sido imputados los policías Mario Luis Gaumet y Gustavo Javier Funes.
Mucha agua corrió por debajo del puente en Río Cuarto, desde aquella tarde tormentosa de fines del verano de 1991. Intendentes, gobernadores, ministros, concejales, jefes policiales, fiscales, jueces, ciudadano, periodistas, todos y cada uno de los actores de la sociedad riocuartense hablaron, dijeron algo sobre el caso. ¿O no es crimen de lesa humanidad, cuando la sospecha recae sobre poderes públicos de seguridad, para que no se siga investigando y profundizar aún más esa línea de pesquisa?.
Recuerdo que el martes posterior a la desaparición de Víctor Alejandro Flores se realizó un acto en la sede del Comando Radioeléctrico de la Policía de la Provincia donde estuvieron todas las autoridades del gobierno municipal y provincial de esos años.
La historia, que parece surgida de una ficción macabra, es real. En julio del año pasado, un jornalero que había salido a buscar piezas que se habían robado de un complejo polideportivo ubicado en ese sector de la ciudad de Río Cuarto –Horacio Sonzini- se agachó para alzar lo que parecía un zapallo anco caído junto a una acequia, pero al darlo vuelta descubrió que era un cráneo humano. Después se halló casi el 70 por ciento del esqueleto de un chico. Y se comprobó que llevaba enterrado entre 15 y 20 años.
Las pericias realizadas en el Ceprocor de Córdoba demostraron que se trata de aquel nene, desaparecido el sábado 16 de marzo de 1991, cuando una fuerte tormenta de lluvia y viento castigaba a Río Cuarto.
Hoy la noticia golpea. Es un cachetazo a la conciencia social y a quienees creemos y bregamos todos los días para que haya justicia para todos.
Al fin y al cabo, sólo queda el amargo sabor a la impunidad que se enseñorea una vez más por las calles de Río Cuarto.
Y esa sensación de injusticia no necesita de más policías ni de mano dura en las calles. Se precisa que el conjunto de la sociedad profundice su compromiso político por el imperio de la justicia social para devolver la equidad en todos los planos de la vida ciudadana. Incluido, por supuesto, el del Poder Judicial.
De ese modo, y de una buena vez por todas, dejará de haber una justicia para ricos y otra para pobres. Terminarán los hijos y entenados y regirá a pleno el precepto constitucional de que todos somos iguales ante la ley.

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