martes, 2 de diciembre de 2008

En memoria de los fusilados de la UP1

La comisión de homenaje de la Unidad Penitenciaria Nº 1, conformada por hijos, familiares, amigos y compañeros de los presos políticos asesinados en la Cárcel San Martín, entre 1976 y 1978, convoca a vecinos, amigos y público en general a compartir la muestra: “Nuestros tesoros... objetos y recuerdos de la otra memoria". Se compone de objetos, fotos y cartas que se lograron recuperar a pesar del tiempo y quedarán plasmados como testimonio de vida.
Para recordar a quienes fueron asesinados en una cárcel del Estado y a pocos meses de que se inicie el juicio a los culpables, se realizará un acto homenaje el 13 de diciembre, a las 19, en la "Plaza de los Burros". Desde allí se marchará luego hasta la penitenciaría. Mirando atrás, la muestra “Nuestros tesoros… Objetos y recuerdos de la otra memoria” comienza a gestarse cuando un grupo de familiares se juntan para organizar el acto-homenaje en memoria de sus seres queridos fusilados en la cárcel San Martín hace más de 30 años. Por aquellos días se conocieron y reconocieron a partir de historias comunes. “Habían pasado más de 30 años en los que muchos de nosotros, sin recordarlo, nos cruzábamos en los pabellones de la cárcel los días de visita; algunos nacíamos por esos días, y otros desconocíamos el destino de nuestros padres”, expresan.Ya constituidos como grupo, a la par de exigir justicia, reclaman que el predio de la cárcel San Martín se convierta en un museo de la memoria activa. “Porque la democracia no se puede construir sobre el olvido, ni la libertad puede crecer a la sombra de la desmemoria, estamos aquí compartiendo nuestros tesoros… “Objetos y recuerdos de la otra memoria” para rendir un humilde homenaje a nuestros padres, hermanos, familiares, esposos/as, amigos y compañeros, que murieron por una causa noble, que entregaron su vida por una Argentina más libre, justa y soberana”, afirma el texto de los hijos y familiares de las víctimas. La muestra está compuesta de tres bandos de 1.00x1.50 metros, un cortometraje (en formato DVD) realizado por Ana Mohaded y una presentación audiovisual editada por Miguel Mozé, prevista para reproducirse permanentemente en la sala o lugar en que la muestra este itinerando. Los hechos y su historia La cronología del terror comienza en el Cabildo Histórico de la Ciudad, donde entonces funcionaba la temible División de Informaciones de la Policía Provincial (el “D 2”), el centro de torturas del Comisario Telleldín. Allí, el 30 de abril de hace 31 años, asesinaron a Daniel Eduardo Bártoli, María Eugenia Irazusta y Víctor Hugo Chiavarini. El Tercer Cuerpo de Ejército, comandado por el inefable General Luciano Benjamín Menéndez, informaba –y el diario La Voz del Interior reproducía textualmente- que las muertes habían sido el desenlace de un intento de fuga de los presos. La realidad es que fueron “rematados” porque estaban ya moribundos de tanta y tan brutal tortura impartida con saña por los sicarios de la D 2. En la Unidad Penitenciaria Nº 1 de barrio San Martín, la cronología del terror comenzó la misma madrugada del 24 de marzo, cuando la cárcel quedó bajo el mando del General Juan Bautista Sassiaíñ. El 17 de mayo de 1976 Sassiaíñ se cobró sus primeras seis víctimas: Miguel Ángel Mozé, José Alberto Svagusa, Luis Ricardo Verón, Eduardo Alberto Hernández, Diana Beatriz Fidelman y Ricardo Alberto Yung fueron “trasladados” con la autorización del juez federal Zamboni Ledesma. Murieron en un supuesto “intento de fuga” que nunca existió; fueron fusilados a quemarropa en las inmediaciones del puente Santa Fe mientras permanecían maniatados y con vendas en los ojos. La misma metodología se aplicó once días más tarde con los detenidos José Pucheta y Carlos Sgandurra, a quienes se fusiló en las inmediaciones del Chateau Carreras. Los “intentos de fuga” no cesaron: el 19 de junio fusilaron a Claudio Zorrilla, Miguel Angel Barrera, Esther María Barberis y Mirta Abdón; el 30 le llegó el turno a Marta Rossetti de Arquiola y José Cristian Funes, también asesinados a sangre fría.
El 5 de julio, la maquinaria del horror devoró a Raúl Augusto Bauducco. La mentira oficial dijo que “Paco” intentó arrebatarle el arma a un oficial: la verdad es que fue ultimado a sangre fría de un balazo en la nuca mientras estaba arrodillado por la brutal golpiza que acababa de recibir. Diez días después, la patota de Mones Ruiz, Alsina, Pérez, Arroyo y Rosales estaqueó a René Moukarzel al piso del patio por más de diez horas. Era pleno invierno: lo dejaron desnudo a la intemperie y cada tanto le arrojaban agua helada sobre el cuerpo. Hasta que, después de una larga agonía, su corazón dejó de latir. Los crímenes siguieron: el 12 de agosto fusilaron a Miguel Hugo Vaca Narvaja (h), Higinio Arnaldo Toranzo y Gustavo Adolfo De Breuil ante la presencia del hermano de este último, Eduardo De Breuil, a quien dejaron con vida para que trasladara su vivencia del horror al resto de los detenidos. Ocho días después le llegó el turno a Ricardo Daniel Tramontini y Liliana Páez. El 11 de octubre, la ya célebre “ley fuga” le fue aplicada a Florencio Díaz, Pablo Balustra, Jorge García, Miguel Ceballos, Oscar Hubert y Marta González de Baronetto. La lista macabra se completó en julio de 1977 con el crimen de Osvaldo Sigfrido De Benedetti. Fueron 29 crímenes premeditados y cometidos con alevosía, perpetrados por militares que respondían a las órdenes del General Menéndez. Fueron 29 crímenes que sus cobardes autores nunca asumieron como tales; por el contrario, hablaron de “enfrentamientos” e “intentos de fuga” para no asumir que en realidad fusilaron a hombres y mujeres indefensos, maniatados y amordazados; dijeron que actuaron en defensa propia cuando en realidad dispararon a quemarropa a la nuca de un prisionero arrodillado; y hasta mintieron sobre la horrenda muerte que le provocaron a Moukarzel. Solo recordando lo que pasó construiremos un futuro mejor, sin mentiras, sin hipocresía, sin crímenes, sin impunidad. Estamos para llorar, porque nuestro llanto limpiará las impurezas de esta tierra manchada con sangre. Pero también estamos para reír, porque en nuestra risa vive cada uno de ellos. Y estamos, sobre todo, para exigir, para reclamar que la Justicia Federal de Córdoba cumpla de una vez por todas con su obligación y encierre para siempre a los culpables. Por la verdad, por la justicia, por un sueño.
Texto: Comisión de homenaje de la UP1-Edición prensared

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