martes, 20 de diciembre de 2011

Entrevista a Víctor De Gennaro "Hay que discutir un cambio de modelo"

Así lo señaló el legislador Víctor de Gennaro. “Este Gobierno, como lo dice su presidenta, está enamorado de Estados Unidos y del capitalismo en serio", afirmó. Referente histórico de la CTA, militante político y social y flamante diputado de la Nación de la mano del Frente Amplio Progresista, Víctor De Gennaro dice que es imperdonable que el kirchnerismo no haya terminado con el hambre en el país.
Después de 45 años de militancia social, política y sindical, desde el 10 de diciembre Víctor de Gennaro ocupa por primera vez en su vida una función pública. “Yo no siento que esto sea estar del otro lado del mostrador, sino que es una continuidad de la construcción política".

Y añade que "desde que a los 18 años fui a hacer alfabetización adulta a Villa Ilaza (Lanús), hasta ahora, siempre, en cada cosa que hice, fui un militante político. Sí, hay una maduración que me permitió crecer en la representación de la clase trabajadora. Y así me paro hoy, con esa identidad de clase, y desde ahí con una identidad nacional, popular, latinoamericana, democrática y transformadora”, dice el referente histórico de la CTA, entusiasmado con los cuatro años que tiene por delante como uno de los cinco diputados de la Nación de su agrupación, Instrumento Electoral por la Unidad Popular, que integra el interbloque del Frente Amplio Progresista (FAP), con 22 representantes en la Cámara.

Además, ha sido designado vicepresidente de la Comisión de Legislación Laboral, un lugar en el que se siente más que a gusto: “Es una posibilidad más para trabajar en la apertura del parlamento a la sociedad. Voy a ser la vía a la legalización de la respuesta al conflicto social que se avecina, que es mucho y es fuerte, porque estamos en un momento de gran movilización y conciencia, en todos los sectores: sindicales, agrarios, trabajadores, en los pueblos originarios, etc. Y si hay algo que aprendí en los años que tengo es que la pelea tiene que ser adentro y afuera. Así que ahora soy la pata adentro”, promete.

¿Cuáles son sus ambiciones concretas como diputado?

Es que mis ambiciones no cambian ahora. Son las mismas, porque el proyecto es siempre el mismo: hay que terminar con el hambre ya. Es una vergüenza y algo que no le perdono al kirchnerismo. Como tampoco que les nieguen el 82% a los jubilados cuando sobra plata. Hay que terminar con la precariedad laboral de nuestros jóvenes, porque lo que se pone en juego ahí es el futuro. Y, para eso, hay que discutir un cambio del modelo productivo. Esto es: las rentas sojera, minera, petrolera, ictícola y, por supuesto, financiera. Hay que recuperar esta posibilidad y meterle mano ya.

¿Tiene expectativas de que Cristina Fernández de Kirchner avance en este sentido?

El verdadero poder, los que realmente mandan en la Argentina, vienen creciendo desde hace 500 años a fuerza de genocidios, el último con la dictadura militar. Esa es la historia de concentración y extranjerización de las riquezas de nuestro país, que en la última década siguió creciendo. Llamémoslos Barrick Gold, Repsol, el Ingenio Ledesma, Ford, Menéndez Betty y 200 nombres más, son las 200 empresas más grandes del país, de las cuales, en 1997, 104 eran extranjeras y en 2007, 128, y que pasaron de quedarse con el 11,6% del PBI al 21,2%. Es decir, casi el doble. Bueno, ellos mandan y los gobiernos, todos y en todas sus esferas y niveles, tienen que ir a fondo, construir poder y fuerza para cambiarlo. No digo que es fácil, pero la transformación no lo es. Y si no van a fondo es porque hay una voluntad de seguir manteniendo este sistema de explotación de recursos, de concentración y extranjerización de la riqueza. Y lo que yo veo es que la cosa viene siendo paliativa, de ayuda focalizada y nada más. Eso no es transformador. Eso no quiere decir que no haya pulseadas ni avances, pero es insuficiente.

¿En qué hay que ir por más?

Por ejemplo, votamos la ley contra la extranjerización de las tierras. Es indiscutiblemente buena. Pero no nos conformamos con el límite del 15 %. Nosotros queremos la discusión sobre el uso productivo de la tierra. Otra cosa: la primera vez que hablé en el Congreso fue apoyando la derogación de la Ley 22.248 de (Jorge) Videla y la creación de un nuevo Estatuto del peón rural. Está bien, pero todavía falta para que los peones sean libres de verdad y tengan libertad sindical. Con la Comisión Nacional de Trabajo Agrario todavía siguen siendo paternalistas y, además, la UATRE y el Gobierno se pelean para ver quién se queda con la caja. Ahí hay que ir a fondo. Lo mismo, por ejemplo, con la Asignación Universal por hijo: ¿por qué es para 3.800.000 chicos y para otros casi cinco millones no? Si viene la Presidenta y propone la ley yo la voto con las dos manos.

¿Por qué se abstuvo en la votación del proyecto para declarar de interés público la producción del papel de diarios (Papel Prensa)?

Porque no hay que confundir lo público con lo partidario. Este proyecto no democratiza el acceso al papel de todos los medios del interior, sino que se la da a (Guillermo) Moreno, que pasa a ser hoy dueño y señor. En realidad, ni siquiera. Lo que va hacer es tener más capacidad de apriete para presionar a los dueños de Papel Prensa y para recuperar la capacidad de negociación perdida, es decir, para ver cómo hacen nuevos negocios. Yo quiero proyectos para democratizar a fondo la comunicación en la Argentina. Es como lo de los peones. No es una cuestión de quién maneja, hay que democratizar “sin papá”.

¿Cómo se ubica el Frente Amplio Progresista en el arco político de hoy?

La diferencia entre una expresión política y otra es para quién labura cada uno y a quién le resuelve los problemas. Y el FAP es el emergente electoral de una fuerza social organizada que crece. Y estoy apasionado porque estoy seguro de que va a ser una nueva experiencia política en la Argentina, con dos condimentos muy interesantes: además de que nació para gobernar, porque nosotros vamos a gobernar, es un movimiento muy federal, que tiene el epicentro en Santa Fe, es muy fuerte en Córdoba y en la provincia de Buenos Aires, y llega a todo el país. Y venimos a decir que a la izquierda del Gobierno no está la pared.

¿Está de acuerdo con los reclamos que le hace (Hugo) Moyano al Gobierno?

Ese es un problema de la CGT, que no hay que olvidarse que es la misma que hace pocos días votó el salario mínimo, junto con la Sociedad Rural, la UIA y los ministerios de Trabajo y Economía. También, lamentablemente, con la intervención de la CTA que nombró el Gobierno (Hugo Yasky). Nosotros estamos en la CTA, que está movilizada; venimos de marchas y paros, y no peleamos por cajas sino por los derechos de los trabajadores. Ojalá, me encantaría, que todos los trabajadores del país estemos encolumnados en una lucha por recuperar la democratización sindical. Ahora, sí es cierto que en nuestro país existe hoy un intento de criminalizar la protesta para permitir que el ajuste que van a hacer, que están haciendo ya, marche sin trabas.

¿Qué lo aleja abismalmente del kirchnerismo?

Este Gobierno, como lo dice su presidenta, está enamorado de Estados Unidos y del “capitalismo en serio”. Yo no, nunca lo estuve ni voy a estarlo. Por nuestros 30 mil compañeros que no están y nuestros pueblos originarios, yo peleo por una sociedad de iguales, que cambie este sistema perverso del consumismo y de pisarle la cabeza al de al lado, por una sociedad de hermanos, en donde el trabajo sea la capacidad de producir para satisfacer y la prioridad sea la felicidad de nuestro pueblo. Y es la soberanía popular lo que hay que defender. O sea que yo no tengo nada que ver con ese proyecto ideológico que plantea este Gobierno.

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