viernes, 17 de junio de 2011

Puja redistributiva Diálogo social y el “fifty fifty”

Una vez más, el gobierno trata de reencausar el denominado diálogo social, con el objetivo de fortalecer “el modelo”. La Central de Trabajadores de la Argentina pone reparos más que semánticos a la ronda de encuentros con las centrales obreras y empresarias donde no fue invitada. “Dialogar con quienes se sabe de antemano que responderán, parece más un monólogo que un diálogo”, afirman.
En la conducción de la Central existe la convicción de que el modelo -al margen de una serie de medidas de índole social que pueden ser vistas como positivas, ”no cambió una injusta matriz distributiva de la riqueza donde la economía está supeditada a otorgar la mayor ganancia posible a los grupos económicos más concentrados, dedicados ”.

Así lo expresaron el secretario General de la CTA, Pablo Mitcheli, y los secretarios adjuntos Ricardo Peidro y José Rigane. Al mismo tiempo, desde el Instituto de Estudios de la Central, difieren respecto a que se esté a un paso del “fifty fifty”, la mitad del Producto Bruto Interno para los trabajadores y la otra para los empresarios. Señalan las contradicciones de las estadísticas oficiales y coinciden en que, más allá de algunos paliativos, se sigue acentuando la concentración y extranjerización de la riqueza en pocas manos.

¿Está en marcha otro intento de acuerdo social. ¿Cuál es su postura al respecto?

Micheli: Es una foto para la campaña electoral que tiene poco de mesa de diálogo social. Intentan mostrarse como democráticos, plurales, que escuchan a todo el mundo y dispuestos a aceptar críticas por parte de los distintos sectores de la sociedad. En la práctica convocan solamente a los amigos, a aquellos que le cuentan que lindo y bárbaro está el país. No quieren escuchar ni ver. No existen las opiniones distintas a la de Hugo Moyano o Hugo Yasky. No se hace un acuerdo social escuchando con los que piensan como uno.

Peidro: No se puede hacer un pacto social sobre la base de la desigualdad. Creemos sí en un pacto social para la generación de empleo, terminar con el trabajo en negro, la tercerización y los bajos salarios. Priorizar el mercado interno, el relanzamiento productivo del país al servicio de la Nación sin exclusiones y no bajo la dirección de un par de grupos económicos basados en la exportación de granos, minerales, o dedicados a la especulación financiera. Nosotros nunca pactaríamos en contra de los intereses de los trabajadores.

Rigane: Este nuevo intento de pacto social además de tener una clara intención electoralista, es una señal tranquilizadora hacia la derecha. Más allá de que se evidencia la intención de marcarle la cancha al sindicalismo empresario que ellos alimentaron como un Frankestein que terminará, insaciable, blandiendo el hacha por sobre sus cabezas en busca de más poder, acá se habla en contra del paro, las medidas de fuerza, los reclamos de los trabajadores. Es claro que se quiere disciplinar a la clase obrera. ¡Con lo que ganan como van a parar, manga de atorrantes!, parece ser el reto. Lograron tener una conducción afín en la Unión Industrial Argentina, se metieron en la interna de la CTA y lo pusieron a Hugo Yasky de interventor, ahora operan en la interna de los petroleros. Eso no se parece a un espíritu de diálogo.

Otro “perro”, el mismo collar

En 1976 se inicia un modelo de acumulación que luego se profundiza con el “Menemato”. ¿Qué queda de ese modelo y que cambio?

Micheli: Queda la matriz neoliberal que por ejemplo en el Estado está intacta. No se avanzó en democratizar las instituciones y sigue todavía vigente la concepción de partido único, pensamiento único y sindicato único. Se avanzó en materia de derechos humanos, en el juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad de la dictadura, pero no se tocó la distribución de la riqueza, el modelo económico. Se asesinó a 30 mil compañeros para llevar adelante un modelo de acumulación de la riqueza que no se ha tocado. La memoria es también recordar los ideales de nuestros mártires.

Peidro: El patrón distributivo es el mismo. Hablar de otro modelo es más que atrevido cuando los trabajadores siguen siendo la variable de ajuste de un modelo exportador que depreda los recursos naturales, prácticamente no reduce el trabajo en negro, no se termina con el hambre a pesar de las ganancias millonarias de algunos grupos económicos subsidiados por el Estado, se continúa con la deuda del 82 por ciento móvil para los jubilados.

Rigane: Vengo de recorrer Chubut que produce el 20 por ciento del petróleo argentino. Están los barcos haciendo cola para llevarse el crudo de producción nacional. En un país con desocupación, donde miles viven gracias a los planes sociales, ¿cómo se puede seguir exportando crudo? ¿Qué hace que no se reabran las refinerías? Al mismo tiempo, este mes importamos el 70 por ciento de la nafta que necesita el mercado interno. Acá no hay distraído que valga, lo que importan son los negocios de las multinacionales.

¿Qué rescata y que critica de los planes sociales del actuales?

Rigane: Da vergüenza a esta altura del partido que el asalariado, que lo único que tiene es su fuerza de trabajo, dependa para vivir con su familia de una dádiva del Estado. Están los fondos para solventar un modelo de desarrollo de pleno empleo. Se trata de una cuestión política. Usted pregunta por “el Proyecto”. Se trata de eso, un proyecto distinto al que se le viene llevando adelante desde hace décadas con correcciones, que lo que hacen es asegurar su supervivencia. Además están todos los subsidios indirectos que son un gran negociado que ya es casi público, como los millones que se dedican al transporte, desde el Estado se le paga el sueldo a los empleados de las multinacionales como si fueran insolventes. Toda esta masa de dinero no va a parar a las mismas manos, que no son las de los más necesitados.

Micheli: No rescato prácticamente nada. Estos planes sociales no son buenos para el desarrollo de la economía ni resuelven el problema de las familias que los reciben. Se vuelcan dos pesos en ayuda y a los dos minutos, vía inflación y remarcación de precios, pasan a manos de los sectores más concentrados de la economía. Terminan siendo una prebenda al servicio de la política. Acá de lo que hay que hablar es de la distribución de la riqueza y de políticas universales. La Asignación Universal por Hijo no tiene nada que ver con ese criterio de universalismo que es el que garantiza la igualdad social ni con el Seguro de Empleo y Formación que hemos planteado desde la CTA. Eso sí era distribuir la riqueza. Apuntaba a resolver el problema de fondo del desempleo en la Argentina.

Todos invitados menos los obreros

Desde el Gbierno se señala que los trabajadores ya perciben el 48,1 por ciento del Producto Bruto Interno, es decir, que se está a un paso del cincuenta por ciento que logró el primer peronismo….

Micheli: No es verdad, es una terrible mentira. Es imposible que con esta matriz neoliberal que sostiene todavía el Estado Nacional se pueda hablar de una distribución de esa naturaleza, de esas cifras. El capitalismo no es salvaje o bueno, el capitalismo es capitalismo. Es inherente al sistema, mantiene una matriz distributiva absolutamente regresiva e implica una sociedad sumergida en la desigualdad. Justicia social y capitalismo no son compatibles. El respeto por los derechos humanos que implicaría volver en esta instancia histórica a un patrón más equitativo de reparto implica optar por otro modelo de sociedad que no es el capitalismo.

¿El Consejo del Salario sigue siendo un instrumento válido? ¿Qué opinan respecto de la participación de los trabajadores en las ganancias empresarias?

Rigane: El Consejo del Salario, el Empleo y la Productividad es útil a los intereses de las clases populares siempre que los trabajadores se puedan hacer escuchar. Entre la CGT, el Gobierno y la UIA se llevan bárbaro, ahora seguro lo van a llamar también a Yasky. ¿De qué van a discutir, si hasta están de acuerdo a quien hay que joder. Cuando hablamos del proyecto de repartir ganancias nos referimos a un universo de 5 millones de trabajadores. Son en total 17 millones los que conforman la fuerza laboral , no es un dato menor.

Peidro: También hay que tener en cuenta que nunca se cumplió con la reglamentación del Consejo del Salario donde habría que discutir mucho más que los montos de los sueldos.

Micheli: Entre la CGT y la CTA no representamos ni siquiera un 40% de los trabajadores de la Argentina. En el Consejo se discute el salario de los trabajadores formales, una minoría. El Salario Mínimo, Vital y Móvil es para una minoría de los trabajadores. La participación en las ganancias debería implementarse por respeto a la letra de la Constitución Nacional donde ha sido incluida. No obstante, tenemos en claro que no es una forma efectiva de distribuir las ganancias, que no son otra cosa que parte de la plusvalía generada por el trabajador. El porcentaje de reparto de las ganancias del que habla la Constitución es insignificante al lado del reparto del cincuenta por ciento al capital y el cincuenta por ciento al trabajo que podría implementarse. El “fifty fifty” de verdad.

Regreso al “mundo feliz”

El “50 por ciento para los trabajadores y el 50 por ciento para los empresarios de los primeros gobiernos peronistas” pasó a tener en la memoria popular contornos de un paraíso perdido luego del tsunami neoliberal de los noventa y el enorme despojo que significó para la clase trabajadora. La dictadura militar inició un modelo de acumulación -que luego consolidó el menemismo- hegemonizado por los grupos económicos más concentrados de la economía. Actualmente está ubicado en los sectores agroexportador, minero y financiero, ninguno de cuyos intereses han sido siquiera rosados, en pos de una mejora del reparto de la riqueza.

Según la presidente Cristina Fernández de Kirchner falta poco para el regreso a ese mundo feliz del “fifty- fifty”. En el Día del Trabajador festejó en su discurso que el reparto de la riqueza haya crecido en equidad hasta alcanzar para los asalariados el 48,1 por ciento del Producto Bruto Interno. ¿Tan cerca estamos de aquel “mundo feliz”?.

Para Tomás Raffo, del Instituto de Estudios y Formación de la Central de Trabajadores de la Argentina “esto no encuentra aval en ningún informe conocido. El último dato oficial es del INDEC intervenido. Corresponde al año 2008 y habla de una participación del 43, 8 por ciento. Si este dato que da la jefa de Estado, correspondiera al año 2010, el salario promedio de la economía tendría que ser de 4.254 pesos, en lugar de los 2.083 que informa el INDEC”. O en todo caso, enfatiza, debería suceder que manteniendo ese salario promedio existiesen casi 26 millones de ocupados en lugar de los 12 millones actuales. “Es decir, no existiría un solo desempleado y estaríamos viviendo un boom increíble de inmigración de trabajadores extranjeros. Todo el mundo vendría a la Argentina, aún desde Europa”.

Para Raffo, el actual modelo produce un proceso de redistribución regresiva del ingreso cuya lógica no permite alcanzar el prometido fifty fifty. Para el Instituto de Formación y Capacitación de la CTA, el ciclo de mejora de la participación de los trabajadores en el Producto Bruto Interno que se inició a partir del año 2003, luego de la enorme transferencia de fondos que significó la salida de la Convertibilidad, se interrumpe en el 2007 ante la emergencia del proceso inflacionario como símbolo del cambio de época. “En los últimos cuatro años se ha mantenido estancado lo mismo que la creación de empleo”.

Los estudios de la CTA difieren con los cálculos oficiales en más de 20 puntos. “La participación de los trabajadores en el Producto Bruto Interno es de solo el 27 por ciento, señalan. “La inflación se va sumando mes a mes, pese a los índices cuestionados por todos que presenta el INDEC intervenido y esto se ve, por ejemplo, en el crecimiento de la recaudación. Este incremento evidencia una constante remarcación de precios, basta ir al supermercado periódicamente para darse cuenta”.

Para el economista, el cálculo más optimista indica que en los últimos años algunos salarios lograron mantener su poder adquisitivo en un contexto donde los precios minoristas crecieron a tasas cercanas al 25 por ciento anual y los alimentos al 35 por ciento. Paralelamente se vivió un proceso de expansión económica cercano al 25 por ciento, lo que indica que la desigualdad continúa siendo la garante del modelo económico. La combinación entre inflación y tasa de ganancia de los grupos económicos, es lo que mejor explica la degradación del poder adquisitivo de los trabajadores en nuestro país.

“Si tomamos los cuatro años que van del 2007 al 2010 vemos que la actividad se expendió un 24,3 por ciento mientras el empleo creció sólo el 5,2 por ciento, lo que indica que se incrementó la actividad por ocupado en un 18,1 por ciento en el marco de una caída del poder adquisitivo del 5,1 por ciento promedio. Mayor productividad y menores pagos redundaron para el sector patronal en una ganancia del 24,5 por ciento. Si se agregan datos de distribución personal constamos que el 20 por ciento más rico de la población se apropió del 47, 5 por ciento de los ingresos generados en estos cuatro años. Raffo recuerda que “el patrón de acumulación actual no es la demanda asalariada o el mercado interno y la plena ocupación. El motor verdadero del modelo está en la demanda mundial, que se expresa en el precio de las materias primas como soja, petróleo, commoditties industriales, la construcción dirigida a los sectores más pudientes”.

“Fue la desigualdad la que permitió con la Convertibilidad el ciclo de acumulación en el 2002, es la desigualdad la que produce el agotamiento de las condiciones que hacían posible el crecimiento con el límite a la expansión salarial, la caída de inversiones, el consumo de los sectores de altos ingresos. Es a la desigualdad a la que se apela para mantener las ganancias de los grandes grupos económicos. Por eso este y no otro, es el debate que debe darse en la Argentina”, concluye Raffo.

Artículo publicado en el Periódico de la CTA N° 76, correspondiente al mes de mayo de 2011

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