Viernes por la tarde. La siesta va terminando para algunos, mientras tanto en el Centro Comunitario La Barriada perteneciente a Malón-CTA, los tablones se acomodan, la ropa se apila, las risas riegan el lugar…y realmente parece que estamos en el lejano oeste, las ráfagas de viento quieren arrebatarnos las banderas que son aseguradas para que no terminen en algún lugar incierto.
Las mujeres comienzan a asomarse, muchas es la primera vez que se animan a participar de alguna actividad…parece que los compañeros que patearon por el barrio con los volantes supieron tentar a los vecinos con la propuesta de que cada prenda tiene un valor simbólico de $1. Las manos revuelven, se miden, nos reímos de los colores y de las ocurrencias del único hombre que se atrevió a pisar un ropero rodeado por mujeres: nuestro querido Berón que no entra en ninguna prenda y debemos auxiliar para que la chomba no le gane la pulseada.
Más de 25 compañeras del barrio se acercaron, pero no sólo a ver si conseguían alguna pilcha a buen precio, sino también a colaborar con ropa, a inscribirse en los talleres que poco a poco comienzan a poblar y a llenar de vida a La Barriada. La tarde va cayendo y los mates de María invitan a quedarse a conversar un ratito más, y a que definamos con las vecinas, esas que siempre nos acompañan a que los fondos juntados serán para poder hacer las rejas de nuestro Centro Comunitario.
Las mujeres comienzan a asomarse, muchas es la primera vez que se animan a participar de alguna actividad…parece que los compañeros que patearon por el barrio con los volantes supieron tentar a los vecinos con la propuesta de que cada prenda tiene un valor simbólico de $1. Las manos revuelven, se miden, nos reímos de los colores y de las ocurrencias del único hombre que se atrevió a pisar un ropero rodeado por mujeres: nuestro querido Berón que no entra en ninguna prenda y debemos auxiliar para que la chomba no le gane la pulseada.
Más de 25 compañeras del barrio se acercaron, pero no sólo a ver si conseguían alguna pilcha a buen precio, sino también a colaborar con ropa, a inscribirse en los talleres que poco a poco comienzan a poblar y a llenar de vida a La Barriada. La tarde va cayendo y los mates de María invitan a quedarse a conversar un ratito más, y a que definamos con las vecinas, esas que siempre nos acompañan a que los fondos juntados serán para poder hacer las rejas de nuestro Centro Comunitario.
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